Para ofrecer calidad en el servicio sanitario hay que tener en cuenta a los profesionales, impulsando el desarrollo de la carrera profesional e involucrando al profesional sanitario en la gestión clínica, haciéndole sentir parte del proyecto.
En el libro «La satisfacción de los pacientes», cuyo autor es el doctor Manuel de la Peña, profesor de cardiología y presidente del Instituto Europeo de Salud y Bienestar Social, se podrán conocer diferentes políticas, estrategias y experiencias de personalidades de reconocido prestigio y solvencia científica. Sus aportaciones pretenden contribuir a mejorar la asistencia sanitaria y a garantizar la seguridad del paciente.
Aunque ya Hipócrates establecía como uno de los principales preceptos en medicina el conocido Primum non nocere, distintos factores, como la creciente complejidad de la asistencia sanitaria, han contribuido a que este componente clave de la atención siga representando actualmente un reto no superado para los servicios sanitarios.
Como punto de partida, en los últimos años se está adquiriendo una mayor conciencia de que la satisfacción en la atención de los pacientes constituye un aspecto prioritario en la organización y el funcionamiento de todo sistema sanitario y de que tiene implicaciones muy directas en la calidad de la atención.
En este sentido, los principales organismos e instituciones internacionales de referencia en el campo de la salud están desarrollando importantes iniciativas en pro de la seguridad del paciente: la OMS, a través de la Alianza Mundial de Seguridad del Paciente; The Joint Comission; la Unión Europea…
Según la OMS, las intervenciones de atención de salud se realizan con el propósito de beneficiar a los pacientes, pero también pueden causarles daño. La combinación compleja de procesos, tecnologías e interacciones humanas que constituye el sistema moderno de prestación de atención de salud puede aportar beneficios importantes. Sin embargo, también conlleva un riesgo in-
evitable de que ocurran eventos adversos, y, efectivamente, ocurren con demasiada frecuencia.
Varios estudios han investigado la magnitud de los eventos adversos. El estudio de Harvard concluyó que un 4% de los pacientes sufre algún tipo de daño en el hospital; el 70% de los eventos adversos provoca una incapacidad temporal, pero el 14% de los incidentes son mortales.
Hoy en día la asistencia sanitaria se ha convertido en una actividad muy compleja. Esto se debe en parte al elevado desarrollo de la tecnología ya las numerosas decisiones y opiniones profesionales que intervienen en este proceso.
Calidad asistencial y seguridad del paciente son dos realidades que van ligadas, ya que son las dos caras del servicio que la sanidad ofrece a los pacientes. Por ello los expertos se preguntan cómo establecer un enfoque riguroso, que permita propiciar la investigación y desarrollar herramientas y protocolos para potenciar el conocimiento de ambas realidades.
Es raro que las personas o los procesos sean los únicos responsables de cometer errores. Más bien, los elementos separados se combinan y juntos producen una situación de alto riesgo. Por lo tanto, debe haber una cultura no punitiva para informar sobre los errores de salud, que se centre en la prevención y corrección de las fallas del sistema y no en la culpabilidad de la persona o de la organización.
Los sistemas más débiles son aquellos en los que se producen más errores humanos, de ahí que la reorganización pueda ser una mejor solución para evitar errores futuros e identificar al responsable y sancionarlo, como se hacía hace unos años. La seguridad no se crea en el vacío sino que está condicionada por el entorno. Pensar en términos de sistemas sanitarios y no en términos de errores individuales permite incluir la seguridad del paciente dentro de la estrategia de calidad de las instituciones.
En esta línea el Plan de Calidad de los Sistemas de Salud, deben contemplar la promoción del conocimiento de seguridad del paciente, el establecimiento de un sistema para la comunicación de los incidentes relacionados con la seguridad, la evaluación de calidad de los centros de transfusión de sangre y la mejora de la calidad de los procesos de la Organización Nacional de Trasplantes, así como el uso racional del medicamento para reducir los efectos adversos que causa la administración de una medicación inadecuada y en especial la automedicación, que provoca la mayoría de estos efectos adversos.
Algunos Gobiernos han establecido alianzas para la seguridad de los pacientes que cuentan con las entidades proveedoras del Servicio de Salud y la representación de Colegios, Gestores y Clínicos. Los objetivos fundamentales son la identificación inequívoca de pacientes, el lavado de manos (siguiendo las recomendaciones realizadas por la Organización Mundial de la Salud) y una serie de estudios con las sociedades científicas.