En 1997 el Instituto Europeo de Salud y Bienestar Social organizó en la sede en España de la Comisión Europea y del Parlamento Europeo, la Conferencia Europea sobre Políticas de Seguridad y Salud en la empresa, fruto de la cual se publicó un libro prologado por el Presidente del Parlamento Europeo, José María Gil Robles.
En dicho prólogo, Gil Robles manifestó lo siguiente: “Quienes tienen la suerte de contar con un empleo pasan en el lugar de trabajo una parte nada insignificante de sus vidas. Es lógico por tanto que legisladores y gobernantes deban dar prioridad a aquellas medidas que permitan acrecentar la seguridad del ámbito de trabajo y que eviten que éste pueda convertirse en un riesgo para la salud.
“Iniciativas como la Conferencia Europea sobre Políticas de Seguridad y Salud en la Empresa son por tanto especialmente importantes, siempre que, como es el caso, sirvan no sólo para repasar todo lo hecho hasta ahora sino sobre todo para identificar lo mucho que seguramente queda por hacer en un campo en el que la prevención y la concienciación son fundamentales”.
“¿Hemos alcanzado ya niveles aceptables de seguridad y salubridad de los lugares de trabajo? Ciertamente no. Las últimas estadísticas nos muestran que anualmente, en la Unión Europea, diez millones de trabajadores sufren lesiones y que otros seis mil fallecen a consecuencia de accidentes de trabajo. Sospecho por otra parte que estas cifras no nos muestran la realidad en toda su crudeza, puesto que no incluyen ni las enfermedades ni los fallecimientos causados por exposición profesional a situaciones peligrosas para la salud. Sin embargo, incluso estas cifras conservadoras suponen la constatación de que queda todavía un largo trecho por recorrer en materia de seguridad y salud en el trabajo. Los ciudadanos europeos no tienen todavía asegurado ese derecho a la seguridad y la salud en el trabajo que en teoría nadie les niega”.
“La seguridad y la salud en el trabajo deben abordarse como lo que también son: elementos fundamentales de esa dimensión social europea que tan explícitamente apoyan la mayor parte de los ciudadanos de la Unión. Existe a menudo una equivocada tendencia a marginalizar las cuestiones relativas a la política de salud y seguridad, tratándolas en gran medida como un asunto fundamentalmente técnico, prestando más atención y dando más importancia a otras áreas de la política social como pueden ser la normativa reguladora de los contratos de trabajo o la igualdad entre hombres y mujeres. Aun siendo cierto que las directivas europeas tienen necesariamente un contenido eminentemente técnico, menudo con complicadas listas de anexos, debemos recordar que su objetivo de principal es mejorar, aunque sea de forma prosaica, la vida cotidiana de ciento veinte millones de trabajadores europeos”.
“Un lugar de trabajo seguro y sano que permita la reducción del número de accidentes y enfermedades contribuirá sin duda a la existencia de una población más sana y a mejores niveles de salud pública. El Parlamento Europeo rechaza firmemente la idea de que obtener altos niveles de salud y seguridad en el trabajo supone una carga para las economías nacionales y para las em- presas. Muy al contrario, lo costoso para nuestras economías es precisamente la existencia de malas condiciones de salud y seguridad en el trabajo. Los accidentes y enfermedades a los que cada año deben hacer frente los sistemas de seguridad social y las compañías de seguros cuestan unos 20.000 millones de ecus. El coste social global es mucho más elevado y podría llegar perfectamente al 2 ó al 3% del producto interior bruto”.
“Desde el punto de vista de las empresas, un buen nivel de salud y seguridad puede incrementar la productividad y la eficiencia empresarial, reduciendo las pérdidas de producción debidas a accidentes y períodos de convalecencia, incrementando la moral de los empleados que trabajan en un entorno sano y seguro y rebajando las primas de seguros”.
“Las cifras que he citado nos obligan a concluir que el corpus laboral europeo es uno de los sectores de la legislación comunitaria todavía inacabados. Sé que, desde 1989 y tras la aprobación de la Directiva marco, han ido adoptándose una serie de directivas que todavía requieren de la necesaria transposición. Sin embargo, la paralización de otras directivas propuestas y del programa SAFE, que responde a una iniciativa del Parlamento Europeo, han tenido como consecuencia que la agenda de salud y seguridad haya perdido un cierto impulso”.
“EI actual Programa de Acción Social a Medio Plazo concluirá a finales de este año, por lo que creo que es el momento idóneo para sugerir que el programa que vaya a tomar el relevo dedique una buena parte de sus energías a insuflar un nuevo impulso a la política de salud y seguridad europea”.
“Las actas que ahora publica el Instituto Europeo de Salud y Bienestar Social serán una contribución particularmente útil a esa reflexión en la que todos debemos participar. El Parlamento Europeo va a hacerlo muy activamente, ya que se trata de una buena manera de mostrar a los ciudadanos europeos que la Unión está activamente comprometida en un asunto que les preocupa. El éxito llegará en la medida en que sepamos aprovechar el trabajo realizado en foros como el que ha dado lugar a esta publicación”
Javier Arenas, Ministro de Trabajo subrayó que: “A pesar de este esfuerzo, que creo que es un esfuerzo trascendente para la sociedad española, la Administración debe asumir la profundización de una auténtica cultura de la prevención, que cometa un cierto sentimiento, que yo aprecio, fatalista. No se trata de trabajar como sea, sino de trabajar como se debe. Y el accidente debe ser un accidente, no una realidad permanente en la vida laboral española”.
“Quiero finalizar esta intervención agradeciendo al Instituto Europeo de Salud y Bienestar Social la celebración de esta Conferencia y agradeciendo a las Mutuas, también dignamente representadas en esta Conferencia, el papel central que juegan y jugarán en el futuro… y esperando que estas jornadas, organizadas por el Instituto Europeo de Salud y Bienestar Social, contribuyan al enriquecimiento de las perspectivas que hoy contemplamos para la necesaria disminución de la siniestralidad laboral. Creo, señoras y señores, que hay dolores inevitables, pero los dolores personales y sociales, derivados de la negligencia, derivados de la ilegalidad, derivados de la autosuficiencia o derivados de la ignorancia no tienen ninguna justificación en el siglo que ya estamos y, mucho menos, en el siglo que viene. Quiero garantizarles el pleno apoyo de mi Departamento a todas las iniciativas que contribuyan a evitar estos males. Muchas gracias”.
En esta Conferencia Europea participaron en representación del Instituto Europeo de Salud y Bienestar Social el embajador José Antonio de Urbina y de la Quintana y el doctor Manuel de la Peña, así como altos cargos de la Comisión Europea, diputados del Parlamento Europeo, representantes de los agentes sociales y directivos de grandes empresas.