La satisfacción del paciente debe ser el eje central de los sistemas sanitarios, un escenario en el que los profesionales sanitarios, directivos y lay asociaciones de pacientes tienen un papel clave. Estamos en el siglo XXI y conceptos como genómica, proteómica, células madre y medicina personalizada han permitido desarrollar herramientas que, a día de hoy, podemos calificar como una gran revolución para la profesión médica.
No en vano, todas ellas son vías innovadoras de acercamiento a la enfermedad y a sus causas. En esta era de continua transformación de la salud y de la Sanidad, también somos testigos de cómo la Medicina se encuentra inmersa en un momento de grandes posibilidades tecnológicas y de la existencia de importantes expectativas en torno a los resultados de la ciencia y su potencial contribución a la curación de enfermedades y a la mejora de la calidad y esperanza de vida de nuestra sociedad.
En este contexto, nos encontramos con otra revolución más silenciosa, pero que está transformando desde los cimientos el sistema sanitario tal y como lo hemos venido conociendo. Se trata de la aparición, ya constatada, de un paciente más informado y, como consecuencia de ello, una nueva forma de relación del profesional médico con una persona que acude a su consulta con más formación, más criterio y conociendo más la patología que padece.
Sin lugar a dudas, los pacientes tienen el derecho fundamental de recibir una información de calidad, oportuna y accesible, que es esencial para apoyar, a lo largo de todo el proceso, el tratamiento de las enfermedades centrándose en la satisfacción del paciente.
Más información, mejor trato y una medicina más humanizada son en definitiva los tres principales necesidades de los pacientes. Hay que fomentar tratamientos a la carta, personalizados y adaptados a las necesidades de cada paciente.
Sin ningún género de dudas, la información es parte integral de la terapia. Existen claras evidencias de que los pacientes bien informados consiguen una mayor mejoría que aquellos que no están informados.
Lo ideal sería que los pacientes facultados pudieran mantener una comunicación y cooperación significativa con los profesionales de salud que les tratan para diseñar planes de autogestión individuales para su enfermedad.
Una cooperación público-privada transparente y responsable entre las organizaciones de pacientes, los profesionales de la salud, el sector privado y el gobierno sería la mejor manera de avanzar. En esta cooperación, las organizaciones de pacientes juegan un papel importante en la transmisión de las necesidades, experiencias y conocimientos especializados de sus respectivas circunscripciones sin por ello perder su independencia.
En definitiva, es esencial que existan plataformas que fomenten la participación activa de los pacientes en los sistemas sanitarios para conseguir su plena satisfacción.
Todos los ciudadanos europeos deberían tener acceso al mismo tipo de información para promover la igualdad en el acceso a tratamientos innovadores y a las nuevas tecnologías en toda la Unión Europea.
Es esencial que se establezca la libre elección de médico y hospital para que los pacientes puedan elegir libremente su facultativo y centro sanitario, como ocurre en Suecia. Algo diferente pero paradigmático ocurre en Francia donde determinados hospitales tienen Unidades de Referencia de Alta Especialización para tratar a pacientes con enfermedades raras. Aquí tenemos que hacer un esfuerzo, pero es necesario crear estas unidades.
Por otro lado, según la Organización Mundial de la Salud faltan 4 millones de profesionales sanitarios en el mundo. Es una carencia mundial, que es necesario abordar. Otro de los aspectos de máxima preocupación es la gestión de las enfermedades crónicas teniendo en cuenta aspectos claves como adherencia al tratamiento, cumplimentación terapéutica, polimedicación, y gestión por procesos. Pero, sin lugar a dudas, tenemos que prestar una atención especial a determinadas patologías y tratamientos para lograr una mayor satisfacción del paciente enfermo.
Las necesidades de los pacientes: los aspectos clave
Entre los grandes desafíos que se plantean en el ámbito de la sanidad a principios del siglo XXI, uno de los que presenta mayor relevancia y con una repercusión mundial es, sin duda, la satisfacción del paciente.
Como punto de partida, en los últimos años se está adquiriendo una mayor conciencia de que la satisfacción en la atención de los pacientes constituye un aspecto prioritario en la organización y el funcionamiento de todo sistema sanitario y que tiene implicaciones muy directas en la calidad de la atención.
La Unión Europea debe apostar por un centro de compensaciones para hacer frente a los gastos derivados del turismo de salud y que a su vez elimine cualquier barrera que vaya en contra de la libre circulación de pacientes. España se ha convertido en un receptor de pacientes que vienen en forma de turismo sanitario.
Es esencial buscar una homogeneización en la Sanidad Europea, ya que de lo contrario se está provocando un enorme gasto sanitario por las múltiples repeticiones de pruebas y chequeos. También homogeneizar criterios entre todas las comunidades autónomas.
Se debe garantizar la accesibilidad de los pacientes a los servicios sanitarios y a los últimos tratamientos. La aprobación de un fármaco o una prestación sanitaria no significa que esté inmediatamente disponible en todos los países y muchos pacientes, con la información que hoy en día pone a nuestra disposición la globalización, no dudan en ir a donde se lo puedan proporcionar.
Hay que facilitar la accesibilidad a los tratamientos y la equidad en todos los países miembros de la Unión Europea y en todas las comunidades autónomas. El gran reto de la Sanidad Europea debe ser conseguir un abordaje integral del paciente. Asimismo, las asociaciones de pacientes deberían participar activamente en la toma de decisiones de los sistemas sanitarios.
Se deben implantar medidas preventivas que eviten el 10% de los incidentes que se producen en los hospitales y centros sanitarios. Hay que implantar check lists que permitan identificar los riesgos de seguridad de los pacientes y poner en marcha protocolos de buenas prácticas en todos los centros. Hay que formar a los profesionales sanitarios en seguridad de los pacientes. Hay que crear unidades de referencia muy especializadas en determinadas enfermedades siguiendo, entre otros, el modelo de Francia donde hay numerosos centros de referencia.
El grado de satisfacción del paciente registra una convulsión permanente por quejas respecto a la forma en la que se prestan los servicios sanitarios. Los pacientes piden más respeto, mejorar el trato, una medicina personalizada y humanizar la asistencia sanitaria, como aspectos claves para mejorar la calidad de los sistemas sanitarios.
Hay que frenar la fuga de médicos a otros países y para ello es necesario crear fórmulas que mejoren las condiciones laborales y económicas de los médicos. De lo contrario, se aumentará el déficit ya existente de profesionales sanitarios.
Toda esta filosofía encaminada a la excelencia en la atención a los pacientes ha sido impulsada por el Instituto Europeo de Salud y Bienestar Social presidido por Manuel de la Peña, a lo largo de la celebración de las 10 adiciones del Congreso Europeo de Pacientes, Innovación y Tecnología, celebrados desde el 2007 hasta el 2017, con la colaboración de la Federación de Trasplantados de Corazón, la Federación de Personas con Diabetes, la Asociación de Pacientes Coronarios, la Asociación de Pacientes Anticoagulados, entre otros. Estas conclusiones se han estructurado en forma de decálogo.
Decálogo sobre las necesidades de los pacientes
La satisfacción del paciente es un objetivo prioritario. Los pacientes tienen el derecho fundamental de recibir una información de calidad, oportuna y accesible, que es esencial para apoyar, a lo largo de todo el proceso, el tratamiento de las enfermedades. La información es parte integral de la terapia. Existen claras evidencias de que los pacientes bien informados consiguen una mayor mejoría que aquellos que no están informados.
Es vital apoyar el desarrollo de la alfabetización sanitaria para asegurarse de que los pacientes no sólo están informados, sino que también facultados. La alfabetización sanitaria, junto con los programas de educación para pacientes, permitiría que los pacientes pudieran utilizar la información suministrada con mayor eficacia a la hora de tomar decisiones, realizar elecciones sobre el tratamiento de su enfermedad y establecer equivalencias, en un espíritu de confianza y cooperación con los profesionales de la salud. Esto supondría un impacto significativo en su calidad de vida.
Lo ideal sería que los pacientes facultados pudieran mantener una comunicación y cooperación significativa con los profesionales de salud que les tratan para diseñar planes de autogestión individuales para su enfermedad. Es necesario promover el desarrollo de motores de búsqueda que identifiquen sitios web sobre salud que hayan sido validados por la calidad de la información suministrada.
Todos los ciudadanos europeos deberían tener acceso al mismo tipo de información para evitar malentendidos y para promover la igualdad de tratamientos y la equidad en Europa. Una cooperación público-privada transparente y responsable entre las organizaciones de pacientes, los profesionales de la salud, el sector privado y el gobierno sería la mejor manera de avanzar. En esta cooperación, las organizaciones de pacientes juegan un papel importante en la transmisión de las necesidades, experiencias y conocimientos especializados de sus respectivas circunscripciones, sin por ello perder su independencia.
Además, es esencial que se establezca la libre elección de médico y hospital, para que los pacientes puedan elegir libremente su facultativo y centro sanitario.